Raúl Sohr analiza el alto al fuego en Medio Oriente: “Netanyahu es el gran beneficiado”

El analista internacional reflexiona sobre el cese de las hostilidades entre Irán e Israel, el rol de Estados Unidos en la desescalada, y cómo la ofensiva ha fortalecido políticamente al líder israelí.

25-06-2025

Tras el alto al fuego anunciado este lunes por Donald Trump, y luego de una serie de acciones militares entre Irán e Israel, Raúl Sohr analiza en Turno PM las consecuencias del conflicto.


El periodista y analista internacional advierte que, aunque el cese de hostilidades ha detenido momentáneamente la violencia, el impacto estratégico es profundo: Irán queda debilitado tras haber entrado en “un conflicto que no podía ganar”, mientras que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, emerge como “el gran beneficiado”.


Sohr profundiza en el rol de las grandes potencias, las implicancias políticas dentro de Teherán y los escenarios posibles en una región que, según advierte “es inherentemente inestable”.

 

¿Cree que este cese al fuego puede sostenerse o prevé nuevas escaladas a corto plazo?



Lo más probable es que ese fuego se mantenga, porque Irán está en una condición muy precaria. Sus cielos estaban abiertos y estaba sufriendo un daño grave, sin poder responder de forma equivalente. Por otro lado, Israel había agotado buena parte de su capacidad en cuanto al Domo y la cohetería que le permitía interceptar los cohetes que le estaba despachando Irán. Ambos países tenían necesidad, o les convenía, un cese al fuego. Ahora, esto puede ser inestable en un período más largo, pero ambos van a necesitar, por lo menos, algunos días —sino semanas— para reponerse, en lo fundamental, de esta situación.


Estados Unidos llegó a la conclusión de que el conflicto no convenía a la estabilidad general en la región y, por lo tanto, Donald Trump exigió el fin de las hostilidades. Así, Israel, que tenía una ventana de oportunidad para mantener la destrucción de las instalaciones militares iraníes, tuvo que acatar esa orden.


Usted mencionó antes que la ofensiva israelí no habría sido posible sin el respaldo de Estados Unidos. ¿Cómo ve el papel de EE. UU. en esta crisis?


Estados Unidos es la potencia dominante en términos absolutos. Quedó claro que Rusia, que en algún momento jugó un papel relevante en el Medio Oriente, en estos momentos está absolutamente concentrada en su conflicto con Ucrania, donde, si bien lleva claras ventajas en términos bélicos, le ha resultado mucho más difícil de lo que previó cuando se inició la guerra.


China siempre ha tenido la misma línea de comportamiento: ante todo, los intereses chinos. No va a exponer sus relaciones con Estados Unidos —su principal socio comercial— por intervenir en el Medio Oriente. La única dificultad mayor que le presenta la situación de Irán es que este es uno de sus principales proveedores de petróleo. Pero es interesante señalar que el propio Trump ha relativizado, o ha suavizado, las sanciones a Irán en cuanto a la venta de petróleo a China.


De manera que ahí uno ve un ajuste entre China y Estados Unidos: Estados Unidos no quiere generarle mayores inconvenientes a China, o forzarla a adoptar una postura más proiraní, por así decirlo. Por lo tanto, suaviza la posibilidad de que Irán le venda petróleo a China.

 

Con este conflicto ¿Se cambia el equilibrio militar del Medio Oriente?

 

Sí, claro. Irán resulta muy disminuido. Ya había perdido una parte fundamental de su estrategia defensiva cuando Israel acabó —o mermó de manera significativa— la capacidad de Hezbolá. La caída del gobierno del presidente Bashar al-Assad en Siria, que era un aliado estrecho de Irán (un gobierno chiita), también lo afectó. Todo esto ha debilitado tremendamente a Irán y, en esas condiciones, con los golpes directos que ha recibido —los cuales han resquebrajado los cimientos políticos del régimen—, esta situación representa una derrota muy importante para Teherán, el Ayatolá y su gobierno.


Aunque han presentado un rostro muy optimista y han dicho: “Nosotros fuimos capaces de resistirles a Estados Unidos y a Israel. Aquí estamos, aquí no ha pasado nada”, han minimizado la destrucción y el completo fracaso militar. En definitiva, Irán entró en un conflicto que no podía ganar —sólo podía perder—, y a los 12 días ha tenido suerte de que haya habido un cese al fuego, porque, de haber continuado el conflicto, la destrucción habría sido aún mucho mayor.

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¿La figura de Trump no queda mermada tras la actuación errática que ha tenido a lo largo del conflicto?

 

Es prematuro hacer un vaticinio sobre qué va a pasar con la fortaleza política de Trump. De momento, él puede golpearse el pecho y decir: “La capacidad militar de Estados Unidos no tiene paralelo en el mundo. Este bombardeo ha sido, además de exitoso, tremendamente satisfactorio para Estados Unidos. Irán ni se enteró de que lo estábamos bombardeando hasta que cayeron las bombas. Y ahora nos hemos retirado sin ninguna baja, sin ningún prisionero”. De manera que ha sido una intervención muy limpia, por así decirlo.

 

¿Hasta qué punto esta operación fortalece o debilita la posición política de Netanyahu?

 

Yo creo que Netanyahu sale absolutamente fortalecido. Para él, esta campaña ha sido una victoria total. Irán ha sido descrito permanentemente como una amenaza existencial para Israel. Con esto, ellos piensan que han aplazado la amenaza iraní por algunos años. Aunque eso también es una materia de especulación, pero, de momento, Irán está en una situación bastante precaria. Dado que la mayoría coincide en que es una situación precaria, Netanyahu es el beneficiario.


 

¿Cómo evalúa usted la dinámica actual entre Netanyahu y Trump, especialmente después de las tensiones públicas por una posible reanudación del ataque? 


Sí, siempre han tenido tensiones. Aunque tienen intereses comunes, no siempre son convergentes. Pero, en definitiva, es una relación muy estrecha. Y no es una relación entre Trump y Netanyahu: es una relación entre Estados Unidos e Israel. Israel ha jugado un papel muy importante en esta alianza con Estados Unidos.


Por darte un ejemplo, el único servicio de inteligencia occidental —aparte de Cinco Ojos, la red de países anglosajones— que tiene acceso directo a la CIA es el Mossad, el servicio de inteligencia externa israelí. De manera que hay una relación muy estrecha, estratégica, entre ambos países.


Si tú ves la cantidad de ayuda militar que recibe Israel cada año de Estados Unidos, eso suma miles de millones de dólares.


Netanyahu ha sugerido que el conflicto podría facilitar un cambio de régimen en Teherán. ¿Qué probabilidad real ve de que este conflicto desestabilice al poder actual iraní?


Los cambios de régimen, en general, no vienen de bombardeos externos. Normalmente, los cambios de régimen provienen de situaciones internas. Al interior de Irán, no se aprecia una corriente o un movimiento político unificado capaz de tumbar al régimen y a la Guardia Revolucionaria.


De manera que es improbable que este conflicto haya debilitado, en términos internos, al régimen. Por cierto, que van a haber muchos cuestionamientos, y creo que, como en muchos países, los únicos capaces de llevar a un cambio de régimen serían los militares. Y, por lo que se sabe —en términos de vaticinio sobre situaciones militares—, mejor no especular, porque uno nunca tiene certeza de lo que va a ocurrir hasta que ocurre.


Más allá del logro inmediato de degradar el programa nuclear, ¿qué consecuencias regionales o globales podría provocar este conflicto?


Bueno, este conflicto ¨inseguriza¨ aún más a Medio Oriente. Habrá que ver cómo se reajustan las piezas. Me refiero a Arabia Saudita, a los hutíes en Yemen… En fin, hay una serie de elementos que van a tener que procesar lo que ha ocurrido, y veremos cómo avanza la región. Pero es una región inherentemente inestable.

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