Los alcances del Christancore, la tendencia de estética católica que Rosalía puso de moda

Se trata de una mezcla de espiritualidad, ironía y marketing que convierte los símbolos religiosos en íconos de estilo. Velos, cruces y frases bíblicas se reconfiguran como lenguaje visual en redes sociales, en la nueva apuesta de la cantante española, donde lo sagrado se funde con lo performativo.

29-10-2025

Para Rosalía la tendencia estética más reciente proviene de los cielos. En las redes sociales se multiplica la figura de la “santa contemporánea” mediante el uso de velos, cruces plateadas y frases bíblicas que se estampan en camisetas. Esta tendencia ha sido denominada christiancore y se caracteriza por realizar una mezcla de espiritualidad, elementos de ironía y un deseo manifiesto de pureza.


La artista española parece haber abrazado esta tendencia, hecho que ha viralizado esta estética en redes sociales. Su imagen reciente, así como la expectación generada en torno a su próximo álbum de estudio, LUX, han contribuido a reavivar el interés general por la imaginería católica, haciendo que la idea tradicional de lo sagrado se haya vuelto tendencia en la actualidad. 


Qué es el “christiancore”


El término christiancore circuló en TikTok a mediados de 2023, impulsado por jóvenes que compartían imágenes de vírgenes, iglesias y frases como “God’s favorite” o “Heaven sent”. Medios como Highsnobiety o Dazed lo consagraron como “la nueva religión estética” del momento: una mezcla entre fervor, ironía y búsqueda de autenticidad.



En esencia, el christiancore convierte los símbolos del cristianismo velos, cruces, túnicas blancas o frases bíblicas en lenguaje visual. Es una forma de espiritualidad que ha sido estilizada, transformando la fe en imagen y, a su vez, la devoción en una preferencia estética. Esto refleja el deseo de hallar significado en un entorno que se encuentra dominado por la apariencia.


Este fenómeno no es casual, según planteó para The Conversation, la socióloga Sandra Bravo Durán. En un mundo saturado de estímulos, donde cada deseo se convierte en contenido y cada emoción en story, “el christiancore ofrece una pausa simbólica. Un gesto de recogimiento visual”. Sus protagonistas no visten religión, sino que visten significado en un contexto dominado por la imagen y la velocidad de la cultura digital actual, según.

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2025-07-24 12:16:49

Lo sagrado como recurso de marketing


La fascinación por los elementos religiosos dentro de la cultura pop no es un fenómeno nuevo. Se puede rastrear desde la llamada “era católica” del pop, a la cual se sumaron en su momento artistas como Madonna o Lady Gaga. Rosalía también participó de esta influencia ya con su trabajo El mal querer. Otro hito fue la exposición Heavenly Bodies del Metropolitan Museum en 2018.


Hoy lo sagrado reaparece como estética y lo profano se espiritualiza mediante el algoritmo. Aunque la práctica institucional se debilita, la fe sigue presente. El Pew Research Center (2025) indica que en 35 países, el 83% de adultos cree en Dios o en un “ser superior”. Sin embargo, la participación en servicios religiosos cae, como en Europa occidental (debajo del 25% semanal). Globalmente, 76% se identifica con una religión, pero solo una minoría mantiene prácticas activas.


Esta paradoja revela que, mientras la devoción disminuye, la estética de lo sagrado resurge como patrimonio cultural y recurso simbólico. Su poder visual es histórico, ya que la Iglesia utilizó el arte para enseñar y transmitir su mensaje. En el Barroco, pintores como Murillo o Zurbarán crearon imágenes para acercar lo divino a lo humano, transformando la fe en una experiencia sensorial.



Tal como explica el Museo del Prado, según planteó también The Conversation, la imagen sagrada servía para instruir a una sociedad que apenas sabía leer. Esa tradición visual moldeó la sensibilidad colectiva del catolicismo. Hoy reaparece, transformada por la cultura digital, donde los templos son pantallas, los altares son algoritmos, y los símbolos de fe se reinventan como filtros que prometen sentido.


En este contexto, Rosalía encarna el tránsito de una pop star a una figura mística. Su reciente imaginería, reforzada por la estética previa al lanzamiento de LUX, no es devoción, sino búsqueda. Como ella misma confesó en su entrevista en Radio Noia, le atrae “la idea de vivir en clausura, como una monja, centrada solo en crear y encontrar la paz”.


La espiritualidad, sin embargo, también llega al mercado. Dentro del ecosistema core –abreviatura que agrupa subculturas estéticas como cottagecore, balletcore o blokettecore–, cada tendencia traduce un estado emocional colectivo. El christiancore simplifica la fe y la convierte en lenguaje visual: una espiritualidad portátil, wearable, accesible y replicable.


Para Sandra Bravo, en plena era del branding personal, el símbolo religioso ya no apunta hacia el cielo, sino hacia el yo. El crucifijo es accesorio; la santidad, pose. Y el altar ha sido sustituido por la cámara frontal. El mercado ha entendido que la fe también vende. Surgen marcas del llamado faith-based apparel como God is Dope o Elevated Faith, que combinan lenguaje evangélico y estética urbana.


El christiancore no es una moda superficial: es un síntoma. Habla de una época que, agotada por la saturación, busca trascendencia entre pantallas. Numerosos estudios muestran que la generación Z ha dejado de confiar en las instituciones –políticas, mediáticas y religiosas–, pero no ha renunciado al deseo de creer.


Esto se respalda en el último informe Gen Z & Grievance, donde se establece que el 58% de los menores de 30 años expresa un “grado moderado o alto de queja” hacia las instituciones, reflejando una profunda desafección. Y sin embargo, el Springtide Institute señala que más del 70% de los jóvenes se consideran espirituales.

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