Vocera de comunidad atacameña critica acuerdo SQM-Codelco: “Dicen consulta indígena cuando ya todo está firmado”
Ilia Reyes, gestora cultural de Licanantay, cuestionó en entrevista con Turno en Vivo la iniciativa para explotar el litio en el Salar de Atacama, acusando ausencia de estándares éticos, ambientales y sociales en el proceso.
El acuerdo entre SQM y Codelco para la explotación de litio en el Salar de Atacama hasta 2060 ha generado cuestionamientos desde el territorio, especialmente por sus impactos y por la forma en que se ha llevado la relación con comunidades indígenas. En entrevista con Turno En Vivo, Ilia Reyes, gestora cultural y profesora intercultural bilingüe de la comunidad atacameña de Licanantay, entregó su mirada sobre el proceso, sus efectos en la vida local y los puntos que, a su juicio, han quedado fuera del debate.
La discusión se da tras el anuncio de ambas empresas sobre la formalización de NovaAndino Litio SpA, sociedad conjunta que reunirá activos, permisos, equipos y filiales para explorar, explotar, producir y comercializar litio, con participación estatal mayoritaria. La empresa nace del Acuerdo de Asociación firmado el 31 de mayo de 2024 y de la fusión entre Minera Tarar SpA y SQM Salar SpA.
“No se toma en cuenta la vida”
Reyes comenzó señalando que, a su juicio, el acuerdo presenta problemas desde su origen, ya que “cuando se le da a un privado, que es SQM, desde allí ya no hubo una consulta”. En ese sentido, planteó que existen impactos directos sobre el entorno: “Nosotros somos una zona de sacrificio importante, donde no se le toma en cuenta a la vida, a la vida humana, a la vida natural, a toda la vida que está dentro del territorio”.
Asimismo, afirmó que, previo a la conformación de la sociedad entre Codelco y SQM, no existió una conversación real. “Siempre es cerrado. Siempre cuando te dicen consulta indígena es cuando ya está todo firmado”, señaló, añadiendo que el enfoque aplicado responde solo a “una mirada capitalista”.
Según relató, esta forma de proceder ha sido reiterada en otros conflictos socioambientales y ha llevado a que las comunidades deban recurrir a la protesta. “No hay una relación con las comunidades indígenas y, sobre todo, con los derechos humanos que tiene una comunidad indígena de vivir en ese lugar”, afirmó.
Además, Reyes compartió que, desde su rol como facilitadora cultural en la consulta indígena, no hay un alcance real. “La consulta indígena es para todo el pueblo atacameño y es una mentira”, acusó. Explicó que solo el 28% de los atacameños pueden participar efectivamente y que “los que tienen voz y voto son las comunidades formadas por el Estado”.
A juicio de la académica, tampoco existen estudios suficientes que respalden el impacto del proyecto sobre el terreno. “No existe una investigación ambiental, no existe una investigación humana por la vida”, dijo, agregando que tampoco hay “una conciencia natural ni una conciencia espiritual” y que “hoy día estamos en un cambio climático súper importante y Chile no toma en cuenta eso”.
Fragmentación comunitaria
Reyes vinculó la fragmentación del pueblo Licanantay al reparto de recursos asociados a iniciativas vinculadas a la actividad minera en el Salar de Atacama. “Por entregar estos dineros hoy en día se van armando otras comunidades”, afirmó, reiterando que “son pocos los que pueden usar eso”.
En ese marco, Reyes ejemplificó con una iniciativa cultural relacionada con la lengua kunza, surgida a partir de ese tipo de apoyos. “Yo no pertenezco a una comunidad, pero lo que puedo hacer con eso es poder ser la guardiana de la lengua kunza y trabajar, pero con mis propios medios”, indicó. Sobre el resultado del financiamiento, precisó que “el beneficio no era para mí, sino que era para todos”.
Reyes afirmó que la fragmentación comunitaria se profundiza cuando los beneficios se canalizan mediante organizaciones constituidas bajo exigencias formales. “Son llamadas comunidades pero por formación de Estado, no son comunidades ancestrales”, dijo. Recordó que antes “existía una sola comunidad que era la licantay o atacameño”, pero que hoy “como el Estado exige que seamos comunidades para fragmentarnos, entonces cada uno va haciendo sus comunidades y las comunidades van cerrando”.
“Se está originando dentro de la comunidad discriminación (...) yo tengo mi grupo de familia, hago mi comunidad, pero yo no acepto al otro”, lamentó. Finalmente, cuestionó el control y destino de los recursos: “hay dinero que dicen que es para educación, pero son muy pocas las comunidades que utilizan bien esos recursos”, criticando además que “no hay fiscalización”. Cerró declarando que “la plata fragmenta… primero fue la religión, después el alcoholismo, hoy día es el dinero”.