Una batalla tras otra: ir al cine

Con revolucionarios fracasados, redadas contra migrantes, ultraderechistas poderosos, estúpidos y ridículos, el mundo creado por Paul Thomas Anderson es un eco del nuestro y la lectura política es evidente.

01-10-2025

Por Francisco Espinoza


Antes de que los algoritmos nos pudrieran el cerebro, internet era un universo donde uno buscaba y descargaba películas por deseo y curiosidad. La calidad hoy daría vergüenza, pero a veces nos topábamos con imágenes tan poderosas que no importaban los megabytes: se quedaban con nosotros y las soñábamos proyectadas en un cine.

El sueño casi nunca se cumplía y, sin problemas, ampliamos las fronteras cinematográficas en un computador. Pero es triste pensar que un montón de gente, por ejemplo, decidirá ver “Una batalla tras otra” en un servicio de streaming.


Con revolucionarios fracasados, redadas contra migrantes, ultraderechistas poderosos, estúpidos y ridículos, el mundo creado por Paul Thomas Anderson es un eco del nuestro y la lectura política es evidente. Pero Anderson no sucumbe al panfleto y, como siempre, se entrega al poder de las imágenes. Al cine.


El sol aviva los colores del desierto. El sol y los neones iluminan la noche de una ciudad sitiada. La belleza del rostro envejecido de Sean Penn. La intimidad entre padre e hija junto a una ventana. El rugido de los autos en fuga. Benicio del Toro del tamaño de un edificio reconociéndole a una policía que se tomó unas cuantas cervezas. Decidir ver todo esto en un lugar distinto a un cine, sería como quedarse a la entrada del Louvre y mirar la Mona Lisa en un iPhone último modelo.

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