"Swift v/s $wift": La columna de Francisco Pérez
Ni el regreso de los productores Max Martin y Shellback salva a este álbum de ser tibio, predecible.
¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Historiadores de la cultura pop se lo preguntaron con los Beatles: ¿reflejaron su época o la crearon? Hoy, esa relación espejo sigue viva en Taylor Swift.
Durante casi veinte años, ha sido la cronista de su generación: mujeres románticas y soñadoras, feminismo ABC1 y blanco.
The Life of a Showgirl prometía una mirada íntima al glamour de la industria, pero solo se queda en la superficie: mucho brillo afuera, poca sustancia por dentro.
Ni el regreso de los productores Max Martin y Shellback salva a este álbum de ser tibio, predecible.
Lo preocupante es el cambio de su discurso porque quien capitalizó el empoderamiento femenino hoy celebra al macho, el compromiso y la familia. En un contexto de retrocesos sociales, el giro sorprende.
Presentado como un homenaje al showbusiness de los años 30 y 40, este termina siendo una oda a su prometido y a la idea de ser esposa y madre.
Mientras tanto, la máquina capitalista gira con fuerza: mil portadas y bonus tracks que no lo son. La experiencia Taylor Swift™️ como producto. Hace unos años, Trump escribía “I HATE TAYLOR SWIFT”. Hoy la felicita por su compromiso. Tal vez eso diga más que cualquier crítica: The Life of a Showgirl no falla por su sonido, sino porque la artista y la marca ya no hablan el mismo idioma.