¿Otra vez Cuánto Vale el Show? Apegados a la nostalgia.

"Esta enésima versión de '¿Cuánto Vale el Show?' es una muestra más de la adicción a la nostalgia y la aversión al riesgo de la industria televisiva tradicional", escribe Rodrigo Vergara para Turno PM.

29-09-2025

Por Rodrigo Vergara Rojas


Chilevisión ha anunciado con bombos y platillos el retorno de uno de sus programas más emblemáticos: “¿Cuánto Vale el Show?”. Esta nueva versión se tomará las tardes, marcará el retorno a las pantallas de Julián Elfenbein luego del fin de “Pasapalabra”, y se vislumbra como fuerte competencia para “¿Qué dice Chile?” de Canal 13 y “Carmen Gloria a su Servicio” de TVN.


“¿Cuánto Vale el Show?” es un claro predecesor de los programas de talentos franquiciados del tipo “Got Talent”, “Talento Chileno” o “Mi Nombre Es”. Su primera temporada data de 1980 y fue conducida por Ricardo Calderón. Entre 1981 y 1983 estuvo a cargo de Alejandro “Saltamontes” Chávez, padre del “Chavito”, y en 1984 tomó la posta Jorge Rencoret. Luego de un breve retorno de Chávez en 1990, llegó su mejor temporada, la de 1994 con Leo Caprile en la conducción y el mítico jurado conformado por Marcela Osorio y los fallecidos Ítalo Passalacqua, Enrique Lafourcade y Erick Pohlhammer. Al año siguiente tomó la conducción Luis Jara. El programa tuvo dos versiones posteriores, en 2002 y 2007 a cargo de Leo Caprile, que además condujo entre 1996 y 1998 en Mega un refrito descarado llamada “Hágase Famoso”.


Esta enésima versión de “¿Cuánto Vale el Show?” es una muestra más de la adicción a la nostalgia y la aversión al riesgo de la industria televisiva tradicional. Diversos estudios han revelado que el grueso de los fieles seguidores que le quedan a la TV abierta son adultos, o derechamente adultos mayores. Gente que se formó “viendo televisión en televisores”, con el aparato catódico como centro de gravedad del living de su casa; que vivió en plenitud la época de oro de los 70 y 80; y que añora “Sábados Gigantes”, “Jappening con Ja”, “Festival de la Una”, “Dingolondango”, “Martes 13”, las teleseries, etc.


De ahí que las películas de Cantinflas y las repeticiones de Chespirito tengan tan buena recepción. También influye el éxito de “¿Qué dice Chile?”, una reedición de un concurso de “Sábados Gigantes” de los años 80, y de “Al Piano con Lucho” de TV+, que retoma la fórmula de César Antonio Santis a comienzos de los 70, José Alfredo Fuentes a inicios de los 80 y Raúl Matas en los años siguientes. A esto se suma el surgimiento de señales “del recuerdo” como REC TV, así como la oleada de nostalgia que se desata cuando fallece algún protagonista de aquella época, como ocurrió recientemente con Willy Benítez.


La exigencia de rating hace difícil tener paciencia y darles tiempo a las propuestas nuevas. Un caso claro fue "El Antídoto", que tenía en sus filas a un auténtico "Dream Team" de la comedia chilena del siglo XXI (Fabrizio Copano, Pedro Ruminot y “El Sentido del Humor” en pleno con Luis Slimming a la cabeza), y a pesar de ello fracasó estrepitosamente por no encantar a los viudos de "Morandé con Compañía". En contraste, "Detrás del Muro" con su humor más apegado a la tradición televisiva, ha tenido un exitoso segundo aire en Chilevisión.


Los canales se aferran con dientes y muelas a la nostalgia, lo que parece funcionar a corto plazo, pero a la larga resulta peligroso, pues significa amarrarse a un público cada vez menor por cuestiones etarias o por emigración al streaming. Es muy posible que ya no baste con ellos para sostener a la industria. Más temprano que tarde, la TV abierta va a necesitar atraer a las nuevas generaciones para poder sobrevivir. De lo contrario, puede terminar como las radioemisoras AM o el Partido Radical: seguirá existiendo, pero con cada vez menos influencia y aferrada a las glorias del pasado.

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