Kaiser y una dialéctica autoritaria

"La retórica de Kaiser no es novedosa: se enmarca en un patrón autoritario propio de las nuevas derechas a nivel global. Lo inquietante es que parte de la política chilena, e incluso de la prensa, parece restarle importancia y evita confrontar directamente estas afirmaciones", escribe Javiera Arce para Turno PM.

26-09-2025

Por Javiera Arce Riffo, cientista política.

 

Johannes Kaiser, diputado debutante que ingresó al hemiciclo el 11 de marzo de 2022, ha logrado consolidarse como un líder carismático de discursos estridentes. Su presencia no pasó inadvertida en este ciclo electoral, en el que fortaleció su opción política mediante la institucionalización del Partido Nacional Libertario, hoy el partido de derecha más numeroso y el segundo con más militancia después del fusionado Frente Amplio.


El apellido Kaiser no resulta indiferente en la prensa chilena. Dos de sus hermanos, Axel y Vanessa, participan activamente tanto en redes sociales como en la difusión de ideas de las nuevas derechas chilenas. Axel es conocido por sus charlas y publicaciones provocadoras —como aquella en la que sostiene que “el nazismo es socialismo”—, mientras que Vanessa se declara abiertamente “anticomunista” y ofrece talleres con títulos como “sacar a tu hija del feminismo”.


En conjunto, los hermanos Kaiser han construido una dialéctica que se autoproclama liberal, pero que en realidad se distancia de los principios liberales clásicos, rozando más bien con una apología del autoritarismo.


El liberalismo, cuyas raíces se remontan a la Revolución Francesa, sentó las bases del Estado de Derecho, la separación de poderes, la democracia representativa y el contrato social. Inspiró también a sufragistas y feministas en su lucha por derechos políticos y por la autonomía de las mujeres en las esferas económica, física, política e intelectual.


La retórica de Johannes, en cambio, contradice estos valores. Ha declarado públicamente su apoyo a la pena de muerte y al fusilamiento de condenados por violación, propuestas incompatibles con el liberalismo clásico. Su discurso antimujeres, además, fue una de las plataformas que catapultaron su fama y lo llevaron al Congreso Nacional.


Paradójicamente, mientras acusa a sus adversarios de ser “ideológicos”, él y sus hermanos exhiben una fuerte carga doctrinaria, incluso más explícita que la de la izquierda. Sus afirmaciones —como que “los impuestos afectan el derecho de propiedad” o que la clase política es una “casta”— reflejan la misma lógica que utiliza el presidente argentino Javier Milei. Asimismo, recurren a la descalificación del feminismo como “ideología de género”, dejando en evidencia la impronta conservadora de esta nueva derecha que se nutre de movimientos internacionales afines.


Más preocupante aún es la reivindicación que hace Johannes de la dictadura civil militar encabezada por Augusto Pinochet. En entrevistas ha afirmado que apoyaría sin dudas un nuevo quiebre democrático en Chile, además de difundir versiones dudosas, como que el Partido Comunista aún conservaría armas descubiertas en Carrizal Bajo en los años 80.


Para quienes estudian estas dinámicas, la retórica de Kaiser no es novedosa: se enmarca en un patrón autoritario propio de las nuevas derechas a nivel global. Lo inquietante es que parte de la política chilena, e incluso de la prensa, parece restarle importancia y evita confrontar directamente estas afirmaciones. Si este discurso no se enfrenta, como advierten Daniel Ziblatt y Steven Levitsky en Cómo mueren las democracias, podríamos entrar en un camino peligroso en el que la democracia chilena corra la misma suerte que la estadounidense, debilitada día tras día.


Lo más complejo es que esta dialéctica no es monopolio exclusivo de los Kaiser…




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