Fascismo 2025: Cómo se reinventa la amenaza autoritaria en el mundo y en Chile

Esta ideología de extrema derecha hoy circula de manera más sutil pero persistente. A través de símbolos, líderes carismáticos y discursos que apelan al miedo y la frustración, busca movilizar a las masas y socavar las instituciones democráticas.

26-09-2025

Hace un siglo, el fascismo irrumpió en Europa con símbolos y líderes carismáticos que prometían orden frente al caos. Hoy, en pleno 2025, el fenómeno se rearticula en distintas partes del mundo: desde Washington hasta Buenos Aires. En Chile, país con un pasado autoritario que todavía no ha sanado, las señales vuelven a aparecer. 


Ya no se trata de marchas con uniformes ni de desfiles multitudinarios. El fascismo contemporáneo circula en redes sociales, foros digitales y discursos políticos que se disfrazan de rebeldía antisistema.


Este resurgimiento no responde a un solo país ni a una figura aislada como en el pasado fue Benito Mussolini. Es parte de un clima global donde la incertidumbre económica, la desconfianza hacia la política y el miedo al cambio social abren espacio para discursos autoritarios. En distintas latitudes, esta narrativa se reinventa con nuevos códigos, pero mantiene intacto su núcleo: prometer orden a cambio de libertades.


El fascismo hoy 


“Creo que en Chile —y en todo el mundo— existe el fascismo”, afirma a Turno PM Simón Escoffier, profesor de la Pontificia Universidad Católica de Chile y doctor de la Universidad de Oxford. Sin embargo, aclara que esto no significa que toda la derecha o ultraderecha encaja en esta categoría, ya que el fenómeno tiene “características de fondo que no calzan con la subjetividad de la derecha actual”. Aún así, advierte que dentro de estas organizaciones sí hay “grupos fascistas, incluso algunos que se auto declaran fascistas”, aunque puntualiza que “no son mayoritarios: son pocos”.


Consultado por los rasgos del fascismo, Escoffier precisa que se distingue por su simbología y la adhesión a líderes históricos. Su rasgo central, advierte, es que es una ideología totalitaria: “Si le preguntas a un fascista qué tipo de gobierno quiere, nunca dirá ‘democrático’. Le interesa un gobierno autoritario, una dictadura totalitaria que elimine a sus oponentes sin tapujos”. 


Siguiendo con esa línea, el ex canciller Heraldo Muñoz señala a Turno PM que “la democracia está bajo ataque en distintos rincones del mundo y proviene de distintas fuentes. Una de ellas es el aumento del ultraconservadurismo, de la ultraderecha, del populismo de ultraderecha, aunque también, en algunos casos, hay un populismo de izquierda”. 


Según Muñoz, estas fuerzas tienden a soslayar el Estado de derecho y los derechos humanos, y a manipular “las frustraciones, los temores e incluso la rabia de la gente” frente a problemas como el aumento del crimen, la inseguridad ciudadana o la deficiencia de servicios públicos. Esto alimenta la oferta de “salvadores de la patria” que prometen soluciones simples a problemas complejos y conduce a un proceso gradual en el que gobiernos elegidos democráticamente concentran poder, limitan libertades, hostilizan a la prensa independiente y aprueban decretos que restringen derechos fundamentales. 


Para el ex secretario de Estado, se trata de un fenómeno global que se ve amplificado por problemas estructurales como la corrupción persistente, la falta de respuesta a necesidades sociales y las inequidades económicas.


Los datos a nivel internacional respaldan esta visión. Según el Timbro Authoritarian Populism Index 2024, elaborado por European Policy Centre, el apoyo promedio en Europa a partidos populistas y autoritarios se mantiene en un 26,9%, alcanzando niveles históricamente altos, aunque sin un crecimiento adicional desde 2019. 


El informe señala que preocupaciones como la inmigración han incrementado el respaldo a la ultraderecha, mientras que la izquierda radical ha perdido apoyo de manera constante. Países como Hungría, Italia, Francia, Grecia y Polonia presentan los mayores niveles de adhesión a estos partidos, mientras que Malta, Reino Unido, Portugal, Luxemburgo y Croacia registran el menor. Aunque muchos de estos partidos son críticos con la Unión Europea, menos abogan por su retirada total que en años anteriores. En conjunto, el estudio evidencia que el populismo autoritario se ha consolidado, reforzando la advertencia sobre los riesgos que este fenómeno plantea para la estabilidad democrática a nivel global.


¿Cómo identificar a un líder fascista? 


Pese a que en apariencia puedan parecer movimientos políticos más de derecha que otra cosa, los líderes y grupos fascistas se diferencian de la derecha tradicional por ciertos patrones de comportamiento y de pensamiento que trascienden la ideología convencional.


En esa línea, el sociólogo Alberto Mayol advierte a Turno PM que “el líder fascista no solo concentra el poder, convierte su figura en un mito”. El académico precisa que, a diferencia del autoritario clásico, cuyo objetivo principal es el control administrativo, el fascista busca la movilización emotiva de las masas. Su discurso se construye sobre un “mito movilizador” que incluye la identificación de un enemigo claro y absoluto, con carácter histórico e incluso existencial, que no depende de la coyuntura. En ese contexto, el líder fascista dramatiza y exagera cada conflicto: “Todo problema es una guerra, no una batalla… Frente al autoritario gris, el fascista es performático”. 


Mayol subraya que este estilo busca redención y salvación más que estabilidad, generando un sentido de urgencia con un discurso de “ahora o nunca” que lo distingue de otros líderes autoritarios más pragmáticos.


Y un aspecto clave de todo esto, en el que coinciden los expertos, son las redes sociales. “Los medios de comunicación tradicionales han perdido vigencia, y las redes sociales los están reemplazando (...) Lamentablemente, no hay una regulación adecuada de estas plataformas digitales. Las redes sociales, al final, favorecen los discursos de odio porque generan emociones y polémica, lo cual es positivo para sus negocios”, argumenta el ex ministro Heraldo Muñoz.


Asimismo, Simón Escoffier señala que “ahí la ultraderecha se ha consolidado porque se diversificó. Desde el estallido social aparecieron muchos actores nuevos: libertarios, otros más cercanos al fascismo o nazismo, al totalitarismo, con mucho éxito en redes, sobre todo YouTube. Eso les permite transmitir mensajes, crear comunidad y articular grupos ‘inciviles’, como los llamamos”. “Se han especializado en ese ecosistema”, concluye.


Las alertas en Chile 


En abril de este año, una polémica puso de vuelta en la agenda el Golpe de Estado de 1973 en Chile. En entrevista con Radio Agricultura, la candidata presidencial de Chile Vamos, Evelyn Matthei, dijo en vivo que lo ocurrido durante aquella época “era necesario” e “inevitable que hubiera muertos”. 


Sus declaraciones provocaron una rápida respuesta del gobierno: "El golpe de Estado en Chile no es justificable. La dictadura fue criminal e ilegítima desde 11 de septiembre de 1973 hasta el 11 de marzo de 1990. Nada justifica los asesinatos, los desaparecidos, las torturas, el exilio”, escribió el presidente Gabriel Boric en redes sociales. La ex alcaldesa de Providencia se disculpó por sus declaraciones cinco meses después.


Asimismo, en julio ocurrió un episodio similar. “Si se dieran las mismas circunstancias, ¿usted apoyaría un nuevo Golpe?”, preguntó el comentarista Tomás Mosciatti al candidato presidencial Johannes Kaiser (PNL) en el programa “De Frente” de Mega. “Sin duda, absolutamente”, respondió el diputado, agregando que lo haría “con todas las consecuencias”. 


Según analiza la diputada Emilia Schneider (FA) en Turno PM, la postura de los candidatos, a 52 años del Golpe, refleja “el retroceso que ha existido en ese sector respecto a su evaluación de la Dictadura; se niegan a llamarla por su nombre, no condenan las violaciones a DDHH y justifican el golpe”, apuntando directamente contra Matthei, Kast y Kaiser.


La parlamentaria argumentó que “todo lo anterior tiene consecuencias concretas, desde el aumento de la valorización de la figura de Pinochet en personas jóvenes a partidos que se sienten orgullosos de no sumarse al acuerdo para el aumento de las pensiones”. Las palabras de Schneider, además, se dan a poco más de una semana de que la encuesta Cadem mostrara una alza en la valoración de Augusto Pinochet entre las figuras más admiradas del país (10%).


En ese sentido, ante lo que advierte la diputada, Heraldo Muñoz señala que va más allá de coincidencias o casos puntuales: “Hemos visto que la derecha tradicional de Chile Vamos ha sido desafiada desde la derecha por el Partido Republicano y el Partido Nacional Libertario. Esta es la mayor expresión del surgimiento de una derecha radical que incluso desafía a la derecha convencional y lo hemos visto con claridad desde hace algún tiempo”, observa el ex canciller.


Sobre la explicación del fenómeno, Muñoz apunta a una falta de eficiencia que ha favorecido la proliferación de estos discursos. “Creo que el no resolver problemas que generan temor en la población es un factor importante”, mencionó, apuntando en particular a temas como el crecimiento económico, el empleo, el crimen o la inmigración irregular. “Estos factores generan un caldo de cultivo para que el discurso del odio, el discurso de las diferencias y de aquellos que consideran que la diversidad es reprochable, vaya calando en la ciudadanía. A medida que la frustración crece, se genera un rechazo hacia las élites y el sistema político, lo cual juega a favor de la ultraderecha”, explicó el diplomático.


Y estas expresiones, como agrega la diputada Schneider, se manifiestan hasta dentro de la institucionalidad: “Los mismos sectores que promueven posturas autoritarias y negacionistas se niegan a legislar en favor de los derechos de la mayoría. Eso debilita la democracia, porque la muestra poco eficiente para resolver los problemas reales de la sociedad”, lamentó. Respecto a una resolución, opinó que “pensar que la desafección ciudadana con la política se resuelve solo con ajustes al sistema político es quedarse en la superficie. La verdadera defensa de la democracia hoy pasa por demostrar que sirve para resolver los problemas”.


Por su lado, Alberto Mayol dijo que “la institucionalidad, frente al fascismo, resiste en términos formales, pero carece de respuestas en las dimensiones cultural y simbólica: sencillamente no llega. Puede frenar abusos mediante el derecho, pero no tiene herramientas para disputar la narrativa”. En su opinión, “el fascismo puede perder elecciones, pero la amenaza persiste en cada crisis porque no hay una reconstrucción simbólica de la legitimidad. El fascismo no muere del todo: queda latente, esperando que el vacío cultural y las dificultades políticas le devuelvan la oportunidad de volver a ser importante”.

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