Estado lento, ciudadanía acelerada: claves desde la Comunicación para el Desarrollo Social
Columna de Javier Riveros: "Parisi y Jara representan dos mitades de un mismo diagnóstico. Él interpreta la urgencia de reparar un Estado que falla; ella, la necesidad de reconstruir la comunidad que ese Estado debilitó. El desafío es integrar ambos mundos: un Estado eficaz que escuche y una comunidad activa que no sea solo destinataria, sino protagonista de las soluciones".
La primera vuelta presidencial dejó al descubierto una fractura profunda entre la política institucional y un país que ya no se reconoce en sus instituciones. El voto obligatorio llevó a más del 85% del padrón a las urnas, incorporando a millones de personas que nunca habían participado. Ese nuevo electorado, amplio y heterogéneo, confirmó que el eje de izquierda–derecha ya no sirve para explicar el comportamiento ciudadano. Hoy el clivaje central es otro: quienes sienten que el sistema funciona para ellos versus quienes viven la exclusión, la lentitud del Estado y la desigualdad de trato. Esa irrupción obligó a releer Chile desde claves distintas.
Antes de entrar en ese análisis, vale aclarar qué entendemos por Comunicación para el Desarrollo Comunitario y Social (CDCS). Este enfoque apuesta por procesos que fortalezcan la participación, la toma de decisiones desde los territorios y el empoderamiento colectivo. No se trata solo de informar, sino de habilitar que comunidades —especialmente las más afectadas por desigualdades— definan problemas, diseñen soluciones y fiscalicen su implementación. Es comunicación como práctica democrática y distributiva del poder, no como campaña o mensaje.
Desde ese marco, la primera vuelta presidencial ilumina un síntoma estructural: cuando el Estado y las instituciones dejan de escuchar, la ciudadanía deja de confiar.
En ese escenario surgieron dos candidaturas que expresan malestares diferentes pero nacidos del mismo vacío. Franco Parisi capitalizó la frustración con un Estado percibido como lento, distante y burocrático. Su apoyo provino, en gran parte, de electores históricamente ausentes: personas poco ideologizadas, con baja identificación partidaria y que no buscan grandes proyectos colectivos, sino soluciones concretas a problemas cotidianos. Es un voto que no se organiza por programas, sino por experiencias de abandono institucional. Desde la CDCS esto tiene una lectura evidente: donde fallan los vínculos, triunfa la desafección.
En el polo discursivo opuesto, Jeannette Jara articula una narrativa de derechos, comunidad y reconstrucción del tejido social. Su énfasis en participación, territorialidad y fortalecimiento organizacional coincide con los principios de la CDCS: el desarrollo entendido como proceso compartido, no como promesa vertical. Pero su propuesta topa con el dilema estructural del Chile actual: cómo sostener la idea de comunidad en un país que vive en “modo urgencia”, donde la burocracia ralentiza todo y la legitimidad institucional se desploma incluso entre quienes creen en el Estado social.
El nudo, visto desde la Comunicación para el Desarrollo Comunitario y Social, es explícito: Chile quiere comunidad, pero también exige velocidad. Quiere participación, pero también resultados concretos. Quiere Estado, pero rechaza la forma en que ese Estado opera hoy.
La paradoja es que Parisi y Jara representan dos mitades de un mismo diagnóstico. Él interpreta la urgencia de reparar un Estado que falla; ella, la necesidad de reconstruir la comunidad que ese Estado debilitó. El desafío —desde la Comunicación para el Desarrollo Comunitario y Social— es integrar ambos mundos: un Estado eficaz que escuche y una comunidad activa que no sea solo destinataria, sino protagonista de las soluciones.
por Javier Riveros, magister en Comunicaciones Estratégicas y Opinión Pública UDP.