En esa época: una ficción desopilante
"Juega con el género, lo pulveriza. ¿Quién dijo que en una novela histórica los diálogos deben ser en el lenguaje aburrido y solemne con el que nos imaginamos esa época? Nada de eso, aquí abundan las puteadas y salidas coloquiales", escribe Nicolás Vidal en Turno PM.
Por Nicolás Vidal
En 1876 construyeron una enorme zanja de 374 kilómetros en Argentina para detener los malones indígenas: multitudinarias asonadas donde —aparte de sembrar la destrucción— robaban miles de cabezas de ganado. Era una guerra defensiva ideada por Adolfo Alsina, un límite para generar una integración progresiva con los indios. Pero llegó el general Julio Roca y dijo que esto de andar fijando una frontera con esa enorme zanja era una tontería. Prefirió exterminarlos y apropiarse de sus tierras.
La novela En esa época, de Sergio Bizzio, publicada en Chile por Laurel, nos narra la construcción de esa zanja, pero lo que podría ser una novela histórica tradicional se quiebra muy pronto y alcanza ribetes desopilantes: cavando la zanja, encuentran un platillo volador. Desde ahí, la imaginación desbocada de Bizzio nos toma de la mano, llevándonos a límites insospechados.
Juega con el género, lo pulveriza. ¿Quién dijo que en una novela histórica los diálogos deben ser en el lenguaje aburrido y solemne con el que nos imaginamos esa época? Nada de eso, aquí abundan las puteadas y salidas coloquiales. Porque claro, lo primero que aprenden los niños extraterrestres —después de haberse pasado miles de años encerrados en su nave— es a decir garabatos y hacer estupideces que arrancan carcajadas. Así, la parodia y lo grotesco se apoderan de esta novela irrepetible.
Bizzio dinamita la historia oficial, critica la épica de la construcción de la nación manipulándola con los poderes ilimitados de la ficción. Esto produce escenas inolvidables —una nave espacial volando con doscientos caballos amarrados que giran por los aires como si fueran efímeros Pegasos, unos marcianos juguetones que ponen a los indios cabeza abajo y los tiran al abismo si es que no les cuentan una buena historia— que se quedan dando vueltas en la cabeza del lector por un buen rato, imágenes que sólo pueden haber salido de una mente desenfrenada, de un escritor que sabe ocupar su poder para crear mundos que nos hipnotizan y desencajan por partes iguales.