Eduardo Artés, el Lord Buckethead chileno: Simpático y admirable, pero imposible en las urnas
"El líder del Partido Comunista Acción Proletaria (UPA) representa a un electorado que persiste en llegar a la tierra prometida de Karl Marx. De ahí que haya llegado tres veces a la papeleta presidencial, pues sus ideales, pese a que son anticuados, aún respiran entre algunos".
Escrito por Álvaro Ortiz
“Me están dando una capacidad extraordinaria que yo no tengo”, dijo esta mañana el candidato presidencial Eduardo Artés en Mesa Central, alegando que hubo un problema de comprensión sobre sus dichos de que en un eventual gobierno del republicano José Antonio Kast “nosotros, la izquierda, no lo vamos a dejar gobernar”.
El “viejo choro”, además de afirmar que ha estado en más de 5 mil manifestaciones y de tratar de “lindo” a Iván Valenzuela, argumentó que “les dolió porque les pegue en lo que ellos dicen, que ellos ofrecen gobernabilidad”.
Nadie puede realmente enojarse con el profe Artés. Al caballero de bigote al estilo de Stalin lo conocemos hace casi 10 años y ya sabemos que sueña con transformar Chile en la República de Norea del Corte. Eso incluye el desarrollo de energía nuclear, la nacionalización de empresas constructoras y sustituir el Congreso por una “asamblea popular nacional”, entre otras cosas. Suena descabellado, pero lo hace con gracia.
El líder del Partido Comunista Acción Proletaria representa a un electorado que persiste en llegar a la tierra prometida de Karl Marx. De ahí que haya llegado tres veces a la papeleta presidencial, pues sus ideales, pese a que son anticuados, aún respiran entre algunos. “Podrá haber mil derrotas, pero a la mil y uno le vamos a achuntar”, declaró en The Clinic.
Por eso, cuando sugiere que Franco Parisi es agente de la CIA, que Jeannette Jara es más amarilla que Gabriel Boric, o que un gobierno de Kast o Johannes Kaiser “duraría menos que un gusano en el pico de un pájaro”, en vez de tildarlo de absurdo, provoca cierta admiración. Artés vive en su propio mundo y uno termina respetándolo por la coherencia con que lo habita.
Pero está en el límite, porque de igual manera las redes sociales lo convierten en una especie de personaje de ficción, con aura de Mao Zedong pero más pop y moderno, casi una parodia de tu tata cuando se cree invencible. Si le pongo una capa y un casco, tengo a un Lord Buckethead chileno.
Esta copia de bajo presupuesto de Darth Vader, que ha sido encarnada por distintas personas, ha estado presente en cuatro elecciones generales del Reino Unido, siendo la más recordada en 2017, cuando alcanzó más de 200 votos en la misma circunscripción en la que ganó la ex primera ministra Teresa May, y después en 2019, cuando también compitió un tipo disfrazado de Elmo.
Uno podía tener sus dudas sobre este candidato, pero, al igual que Artés, tenía coherencia en su propio guion. Y si uno veía en detalle su programa, incluso aparecían propuestas similares: "Para maximizar el uso eficiente de los recursos del Reino Unido, es el momento adecuado para que los grandes activos británicos pasen a ser propiedad pública para el bien común". No ganó nada, nunca estuvo cerca de hacerlo, pero jamás se salió del personaje. Y eso, dentro de todo, tiene mérito.