Cumbre en Alaska: Trump y Putin miden fuerzas más allá de Ucrania

Los líderes de ambas potencias llegarán este viernes con posiciones enfrentadas sobre la hoja de ruta para un cese del fuego en Ucrania. El encuentro se produce en un clima de alta tensión y con exigencias claramente definidas por ambas partes, lo que anticipa una negociación compleja y de resultados inciertos.

14-08-2025

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente de la Federación Rusa, Vladímir Putin, se reunirán este viernes 15 de agosto de 2025 en Anchorage, Alaska. El objetivo principal de esta cumbre de alto riesgo es negociar una resolución para la guerra en Ucrania, un conflicto que ya se encuentra en su cuarto año y ha desafiado múltiples rondas de conversaciones de paz. 


La reunión, la primera de este tipo en suelo estadounidense desde 1988, se produce en un contexto de intensa presión diplomática y tiene el potencial de redefinir no solo el futuro de Ucrania, sino también el equilibrio de poder global.  

El camino hacia Anchorage ha estado marcado por la característica diplomacia de presión de la administración Trump. En los meses previos, el presidente estadounidense emitió una serie de ultimátums, amenazando con imponer "aranceles severos" a Rusia y a los países que compran su petróleo si no se alcanzaba un acuerdo de paz. 


El encuentro entre Trump y Putin, su primero en seis años, tendrá lugar en una base militar, a 15 minutos de Anchorage. El formato y la duración del cónclave aún no se han definido. Un asesor de Donald Trump reveló a Infobae que “todavía se está negociando. Lo más probable es que haya una reunión a solas y otra entre las dos delegaciones”.



En tanto, según reportó este jueves DW, previo a su viaje, el presidente de Estados Unidos mantuvo una reunión virtual con Volodimir Zelensky y líderes europeos como Friedrich Merz (Alemania), Emmanuel Macron (Francia), Keir Starmer (Inglaterra) y Giorgia Meloni (Italia). En esta cita se consolidó una posición común frente a las demandas que presentará el líder del Kremlin, marcando un giro en la estrategia diplomática de Washington.

Las cartas sobre la mesa


La postura de Occidente se fundamenta en cinco puntos estratégicos. Primero, un cese del fuego como condición indispensable para iniciar futuras conversaciones. Segundo, que la discusión territorial entre Ucrania y Rusia respete los actuales frentes de batalla. Tercero, que Rusia ofrezca garantías de que cumplirá los acuerdos que se alcancen en el futuro.


Como cuarto punto, se estableció que Ucrania deberá participar en todas las negociaciones directas con Rusia que se realicen después de la cumbre entre Donald Trump y Vladimir Putin. Finalmente, cualquier acuerdo resultante deberá contar con el respaldo explícito y conjunto de Estados Unidos, Europa y la propia Ucrania para que sea considerado válido por la alianza.


Por su parte, Vladimir Putin rechaza de plano estas condiciones y llegará a la Cumbre de Alaska con sus propias exigencias. La Federación Rusa demanda que Ucrania ceda las regiones de Donetsk, Luhansk, Kherson, Zaporizhzhia, además de la península de Crimea, como requisito para avanzar en cualquier tipo de negociación de paz.



Adicionalmente, las exigencias rusas incluyen que la OTAN debe bloquear de manera definitiva el ingreso de Ucrania a la alianza militar. También se pide que los países miembros de la OTAN se comprometan a no desplegar tropas propias en territorio ucraniano y, finalmente, que Estados Unidos y Europa procedan a levantar todas las sanciones financieras impuestas contra Rusia.

Esta dinámica geopolítica ha sido calificada como extraordinaria e inesperada, especialmente por el cambio en la postura de Donald Trump. Hasta la semana pasada, el presidente estadounidense se había mostrado más inclinado a considerar la estrategia del Kremlin, que condicionaba posibles acuerdos con Zelensky a la cesión de territorios ucranianos.


La vocera de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, redujo las expectativas sobre la cumbre, afirmando que “esto es un ejercicio de escucha para el presidente”. Y añadió: “Miren, solo una de las partes involucradas en esta guerra estará presente (por Rusia). Así que le corresponde al presidente ir y, de nuevo, obtener una comprensión más firme y mejor de cómo podemos, con suerte, poner fin a esta guerra”.


El propio Donald Trump confirmó su nueva postura de apoyo a la estrategia europea y de Zelensky. Tras su encuentro virtual con los mandatarios, calificó la reunión con un "10" y advirtió que Rusia sufrirá “consecuencias muy graves” si Vladimir Putin no acepta detener la guerra en Ucrania después del encuentro en Alaska.


Al ser consultado sobre si podría convencer a Vladimir Putin de detener los ataques a civiles, Donald Trump replicó: “No. He tenido esa conversación con él. He tenido muchas conversaciones positivas con él, y luego vuelvo a casa y veo un cohete impactar en una residencia de ancianos, o un cohete impactar en un edificio de apartamentos y gente muerta en las calles”.


Balance de poder


A pesar de las posiciones endurecidas del mandatario estadounidense, analistas como Claudio Coloma, matizam esta retórica, considerándola menos incendiaria que la de la administración anterior. 


De esta forma, el analista sostuvo a Turno PM que figuras como Antony Blinken fueron "responsables directos de que hoy día estemos en guerra" al convencer a Zelensky de abandonar acuerdos como Minsk II bajo "la idea absurda de que yendo a una guerra podían vencer a Rusia". En este contexto, los movimientos tácticos de Trump "van de la mano con una voluntad desde el día uno respecto a querer terminar con el conflicto".


Para el experto, la complejidad de la cita radica en que su objetivo real trasciende la paz en Ucrania y apunta al corazón del equilibrio estratégico global. "No hay que hacerse expectativas respecto a que esta reunión se va a hacer para hablar sobre la paz", advierte Coloma. "Lo más probable es que se hable respecto al balance de poder entre Rusia y Estados Unidos a propósito de Ucrania (...) ¿Qué es lo que tienen que medir específicamente? Armas. Bomba atómica. Poderío nuclear. Eso se van a sentar a conversar".



En esa línea, Coloma plantea que ambas potencias buscan establecer “cuántas piezas en el tablero del ajedrez del poder tienes tú y cuántas tengo yo, luego de tres años de guerra.Y esto por una razón muy sencilla. Haber empujado la idea de que Ucrania sea parte de la OTAN. Si esa medida se hubiera concretado, se terminaba de romper el balance de poder de la posguerra fría entre Rusia y Estados Unidos”.

Según Coloma, las exigencias rusas responden a una lógica de seguridad nacional que se remonta al fin de la Guerra Fría. Explica que la invasión fue una decisión calculada para frenar un peligro mayor. "Rusia decide invadir Ucrania de manera limitada, nunca total, con el objetivo primero de disuadir a Estados Unidos y a sus aliados respecto a que es un error estratégico romper ese balance de poder", afirma. 


El analista argumenta que Occidente, y particularmente Estados Unidos, "violó el compromiso una y otra vez y se fue expandiendo hacia el este, siempre con la idea de alimentar el fantasma del peligro ruso sin que eso tuviera alguna evidencia empírica". Este expansionismo culminó, a ojos de Moscú, cuando se anunció a Georgia y Ucrania como futuros miembros, desatando el conflicto de 2008 en Georgia y el Euromaidán de 2014 en Ucrania.


De cara al futuro, el analista plantea que la negociación se define por las necesidades opuestas de los dos principales beligerantes: Rusia busca un tratado definitivo. Para ello, Coloma afirma que se debe reconocer una realidad en el campo de batalla: "Ucrania está militarmente derrotado y políticamente Zelensky está perdido. En realidad siempre lo estuvo, porque solo un tonto podría pensar que Ucrania pudo alguna vez tener chance de ganarle una guerra a Rusia". Por eso, Moscú exige la legitimación de sus conquistas.


En contraste, "Ucrania no propone la paz", sostiene Coloma. Lo que Zelensky busca es "ganar tiempo" porque su capital político depende de la guerra. "Después de todo el sacrificio, después de toda la retórica heroica y mítica que levantó, pues ya todo eso está por el suelo. La única forma que tiene Zelensky de seguir sobreviviendo es a través de un cese al fuego".



Otro escenario, plantea el analista, es el escenario actual, “un completo estancamiento de las negociaciones respecto al conflicto y eso se debe a las posiciones contrapuestas que tienen Rusia y Ucrania sobre cómo entender la solución del conflicto”.


Según Coloma, entre las partes negociantes, Rusia es el único actor de los dos que tiene en su agenda terminar el conflicto para siempre, pero para que el conflicto termine para siempre “hay que reconocer ciertos elementos de consideración estratégica que son muy difíciles de aceptar, especialmente para Ucrania. Y esa condición es, yo quiero que la guerra se acabe definitivamente y para eso quiero firmar un tratado de paz”, lo que implicaría que “Ucrania reconozca la derrota militar y que se legitime bajo un tratado las conquistas territoriales que Rusia ya posee por fuerza al día de hoy”.

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