"Matthei, desorientación y desesperación": La columna de Valentina Verbal

Esta candidata ha sido víctima de un error de base sostenido por la mayoría de los dirigentes de dicha coalición: que las ideas no importan, y que solo importan las soluciones a los "problemas concretos de la gente", escribe la columnista para Turno PM.

30-07-2025

Evelyn Matthei aún no remonta en las encuestas. De acuerdo con la última Cadem, mientras ella se mantiene en 14 puntos, Kast sube de 27 a 30 puntos. Las explicaciones para esto pueden ser múltiples. Una razón, señalada con frecuencia por analistas de la plaza, es que Matthei sería un caso más dentro de una tendencia mundial: el descenso de las derechas históricas frente a las derechas radicales. Si bien es cierto que esto ha ocurrido en muchos países, no ha sucedido sin embargo en todos los casos. Por ejemplo, el Partido Popular español nunca buscó pactar con Vox y menos todavía asimilarse a sus ideas. ¿Por qué no? Porque sus líderes entendieron que, pese a que la acción política posee una dimensión de pragmatismo, en general ella debe estar fundada en principios orientadores y diferenciadores, tanto respecto de los adversarios externos como de los internos. 


Sin embargo, ese no ha sido el caso de Chile Vamos y, en particular, de la candidatura de Evelyn Matthei. Esta candidata ha sido víctima de un error de base sostenido por la mayoría de los dirigentes de dicha coalición: que las ideas no importan, y que solo importan las soluciones a los “problemas concretos de la gente”. Se trata, en una palabra, del llamado “cosismo”, popularizado por Joaquín Lavín, y desde el cual nunca pudo llegar a la Presidencia de la República, pese a sus varios intentos. De hecho, aunque perdió por pocos votos frente a Ricardo Lagos en el año 2000, el país prefirió al estadista, es decir, a quién le ofreció al electorado una visión de sociedad y de futuro. En Matthei, en cambio, se aprecia un revival del cosismo, expresado en “listas de supermercado” y en la promoción de equipos técnicamente superiores, pero con una fuerte desorientación doctrinaria. Además, aunque sea verdad que Piñera se caracterizaba por su enorme capacidad de gestión, esa capacidad se ponía al servicio de un sueño de país: llevar a Chile al desarrollo, a un lugar distinto y mejor del existente.  


Pero, además, en las últimas semanas el país ha sido testigo de una segunda razón que podría explicar la caída de Matthei. Es lo que puede resumirse en la palabra desesperación. En este sentido, a pesar de que al principio pareció acertada la denuncia acerca de los ataques en redes sociales desde cuentas asociadas a la candidatura de Kast, el hecho de haber reiterado esa denuncia esta semana, anunciando incluso una querella judicial, parece dar cuenta de una actitud apresurada más que debidamente pensada. ¿Por qué? Porque, a pesar de que la candidata vinculó esos ataques a mecanismos utilizados por regímenes autoritarios, no fue capaz de insertarlos en una visión de país y de futuro, por ejemplo, a favor de la amistad cívica y de trabajar por un mundo mejor y distinto del existente. En otras palabras, su denuncia ha resultado ser anecdótica más que política. Muy lejos del Lagos estadista del año 2000, y muy cerca, lamentablemente, del Lavín cosista. 

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