"Kaminski y el peligro de las apariencias": La columna de Rodrigo Vergara

En “La Voz de los que Sobran” Alejandra Valle recordó la afición al lujo de Francisco Kaminski. El afán de aparentar llevó a Kaminski a implicarse con personajes turbios, y terminó metido en un “forro” monumental.

En Chile pesa mucho el “efecto Halo”, eso de “bien vestido, bien recibido”. Como dijo Coco Legrand, “un picante de mierda con traje Pierre Cardin puede llegar a ministro”. Esto quedó bien retratado en un recordado reportaje dominical de “El Mercurio” de mediados de los años 90 que hablaba de celulares de palo y gente que compraba retratos de personajes “bien” en anticuarios para colgarlos en sus casas y hacerlos pasar por “antepasados”.

Esto lleva a sobrevalorar a chantas con “buena apariencia” y subestimar a gente valiosa de apariencia “inadecuada”. Esto es como los bombones: no es prudente dejarse llevar por su aspecto sin conocer sus ingredientes y relleno. Hay bombones que se ven apetitosos por fuera, pero que por dentro son huecos, o están rellenos de soda cáustica o merkén, y solo te das cuenta de eso una vez que los tragaste.

Las apariencias alcanzan para obtener pareja, pero no para mantener una relación exitosa; para ganar un cargo, pero no para ejercerlo con éxito. Más temprano que tarde, necesitarás fondo y contenido, y si no los tienes, las apariencias pasan a ser una vil farsa.