"Que ningún minero pierda la vida en su faena (a 15 años de la tragedia de los 33 mineros)": La columna de Marco García

"Este aniversario coincide tristemente con el reciente derrumbe en la División El Teniente de Codelco, accidente que recordó al de los 33 mineros, pero que esta vez golpea a la gran minería y nos tiene a todos consternados", escribe el columnista para Turno PM.

08-08-2025


Esta semana se cumplieron 15 años desde el derrumbe en la mina San José, una tragedia que tuvo impacto mundial y que es recordada popularmente como la noticia de los 33 mineros. Dicho evento expuso los problemas sobre los permisos de operación y las condiciones de la pequeña y mediana minería, además de traer al presente la posibilidad de quedar atrapado en cavernas subterráneas a partir del trabajo minero.


Este aniversario coincide tristemente con el reciente derrumbe en la División El Teniente de Codelco, accidente que recordó al de los 33 mineros, pero que esta vez golpea a la gran minería y nos tiene a todos consternados. La muerte de 6 compañeros mineros en su lugar de trabajo es un hito que quedará en nuestra historia como un dolor que recuerda lo frágil y expuestos que estamos, aún en estos tiempos, cuando se trata de trabajar en minería. 


Las condiciones subterráneas conllevan humedad y calor, mientras a gran altura nos encontramos con la puna y los dos inviernos. Además, en ambas situaciones existe la polución o aspersión de polvo, la exposición a químicos y la vida en campamentos, entre otros factores, que son todos determinantes que distinguen a esta actividad humana de la que se produce en otros espacios.


Todo lo anterior incluye los sistemas de trabajo de jornada excepcional y las condiciones de empleo, donde la gran mayoría se desempeña por medio de trabajos externalizados y con contratos a plazo fijo o subcontratados indefinidamente, los cuales representan dos tercios del total de la fuerza de trabajo en minería, según calcula el mismo gremio empleador, a través de su centro de estudios estadísticos CCM-Eleva.


Como trabajadores y trabajadoras de minería vivimos lo descrito anteriormente como una normalidad y, para peor, somos quienes pagamos el costo más alto cuando las contingencias y los errores se hacen presentes. Muchos de los nuestros han perdido la vida a lo largo de nuestra historia.


Fue, de hecho, el accidente en la mina San José el 5 de agosto de 2010 el que nos convocó a pelear por la ratificación del Convenio 176 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que estandariza condiciones actualizadas de la seguridad y salud específicas para la labor minera, puesto que creemos profundamente que la vida no debe estar en juego a la hora de trabajar.


Luego de 15 años, como Federación Minera de Chile -y junto a otras 6 federaciones y confederaciones representantes de otros segmentos- hemos logrado ratificar dicho convenio. Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos políticos, siguen quedando muchas brechas por cubrir a la hora de hacer realidad los estándares de este acuerdo, la más urgente es la promulgación de la Política Nacional de Salud y Seguridad Minera por parte del Presidente, primer marco de acuerdo institucional que compromete al Estado, a las empresas mineras y a los trabajadores mineros en función de los principios del Convenio 176.


Lo acontecido estos últimos días en El Teniente nos enseña que no estamos navegando un horizonte de trabajo abstracto al hablar de seguridad y salud, sino enfrentando un problema real y urgente, donde la muerte de nuestros compañeros y compañeras sigue siendo una consecuencia posible. El dolor de esta lección nos impulsa a insistir al Gobierno para promulgar la Política Nacional de Salud y Seguridad en Minería lo más pronto posible. 


A exactos 15 años del derrumbe de la mina San José y mientras avanzan las investigaciones para esclarecer lo ocurrido en El Teniente, nuestro objetivo como trabajadores del rubro es lograr la Fatalidad Cero, es decir, que ningún minero pierda la vida por trabajar en una faena. Cueste lo que cueste. Por los que se fueron, por sus familiares, por aquellas y aquellos que seguimos. Y, sobre todo, por los que vendrán.

Fabián Alfaro