"Mentiroso, mentiroso: Un rubio muy rubio contra la pared": La columna de Francisco Espinoza
"Vivimos en tiempos en los que la mentira es un arma legítima para llegar al poder y, tal vez, sea necesario un remake en clave sci-fi para dar cuenta de la época", escribe el columnista para Turno PM.
El abogado Fletcher Reede, mientras orina, se golpea desesperado la cabeza contra la muralla y cree encontrar la solución para su problema. En un arranque de impaciencia se desgarra el traje, se arranca los botones, se tira el pelo y, de rodillas en el suelo, se cubre de basura. Otro hombre aparece justo cuando rueda hasta una de las casetas para aplastarse la cabeza con la tapa de la taza del baño. “¿Qué está haciendo?”, pregunta el hombre sin entender nada. “Me estoy pateando el culo”, responde Reede y se arroja contra una muralla.
La escena es parte de “Mentiroso, mentiroso” y el drama de Reed es que un embrujo lo obliga a decir siempre la verdad.
La película funciona como una fábula, porque al final el personaje de Jim Carrey aprende que mentir es malo. Pero vivimos en tiempos en los que la mentira es un arma legítima para llegar al poder y, tal vez, sea necesario un remake en clave sci-fi para dar cuenta de la época: en esta película imaginaria, la IA sólo permite la verdad en RRSS y entonces alguien entra a un baño y encuentra a un rubio muy rubio, desesperado, pero con su sonrisa diabólica intacta, azotándose frenéticamente contra las paredes hasta sangrar.
Al final, el rubio muy rubio no aprende nada y sigue estrellándose contra murallas. No concibe la vida sin el engaño. Y ojalá en esta fantasía eso sí sea percibido como un peligro.