"La Fuente Alemana o el descontento social, ¿Qué fue primero?" La columna de Álvaro Ortiz

"Este 18 de octubre se conmemoró nuevamente el estallido social que ocurrió en 2019, el llamado de atención a las autoridades más grande que ha tenido que enfrentar el país desde el regreso a la democracia", escribe el columnista para Turno PM.

21-10-2025

¿Por qué las cosas no pueden seguir como estaban? Porque es lo más natural. El viento erosiona las piedras y da forma a las montañas, así como también las tormentas desdibujan los senderos del bosque. Por eso me descoloca ver que, cuando el entorno público cambia de manera incontrolable, muchos se incomodan como si les hubieran tocado algo propio, aunque hasta ayer ese lugar solo fuera parte del paisaje.


Este 18 de octubre se conmemoró nuevamente el estallido social que ocurrió en 2019, el llamado de atención a las autoridades más grande que ha tenido que enfrentar el país desde el regreso a la democracia. Sin embargo, su sentido público parece diluirse año a año, y la preocupación ahora se ha trasladado a no dar un paso en la dirección equivocada cuando llegue noviembre. Aquella disputa de hace seis años ya tomó otra forma y un pequeño grafiti nos lo demuestra.


La escena se dio en la Fuente Alemana del Parque Forestal. El monumento, reinaugurado el viernes 17 de octubre tras su restauración por los daños sufridos en el estallido social, amaneció al día siguiente con nuevos rayados, entre ellos la frase “Ni perdón ni olvido”. El alcalde de Santiago, Mario Desbordes, condenó el hecho y anunció medidas para protegerla: “Se trata de actos de vandalismo que rechazamos categóricamente (...) Estamos terminando una ordenanza que sancione de manera drástica a los autores de este tipo de hechos”. El candidato presidencial, José Antonio Kast, fue más allá y dijo que, en su gobierno, “cualquier persona que haya destruido un bien público no va a tener acceso a ningún beneficio social”.


El gesto encendió también la discusión en redes, donde se cruzaron quienes culparon a “los votantes promedio de Jara” por el rayado y quienes sospecharon de la intencionalidad de Desbordes para volver a poner la estatua en el aniversario del 18O. “Debería tener penas de cárcel la gente que vandaliza la ciudad. Muchos de ellos ni siquiera saben lo que están destruyendo”, dijo una usuaria.



La obra fue un regalo proveniente de Alemania en 1912, en el marco del primer centenario de la independencia de Chile, y al parecer es una alegoría al pueblo chileno. Yo, sinceramente, no lo sabía hasta ahora y tampoco me había preguntado su significado antes, y he vivido desde que nací en la comuna de Santiago. Es más, se me había olvidado su existencia. En cambio, siempre he estado más acostumbrado a mirar cómo cambian los rayados de las paredes, a detenerme a admirar algo que si no me provocó nada la primera vez, quizás jamás lo haga.


El sentido de permanencia es una ilusión frágil. Los monumentos no crecieron de la nada como las plantas, alguien alguna vez decidió que estuvieran allí. Y cuando ese “alguien” no somos nosotros —ni nuestros padres, ni nuestros vecinos, ni alguien de nuestra propia época—, tiene sentido que lo que llamamos patrimonio quizás no sea más que algo estético para algunos. Es como un libro al final: una vez que se publica y sale al mundo, deja de pertenecerle a su autor y comienza a ser resignificado una y otra vez.


Por eso un rayado sobre una fuente no es solo un acto de rabia o de vandalismo, como se dice a la rápida, sino también el medio más visible para mostrar que la pertenencia es desigual y sigue en disputa. Hay una pared, alguien la raya, alguien raya otra cosa encima de lo que ya estaba rayado, alguien lo limpia, pone límites y alguien lo vuelve a rayar. No recuerdo que en algún momento fuera distinto en Santiago, y si tú sí, déjame decirte que es mejor que no te aferres a ello.


Además, si en vez de la consigna “Ni perdón ni olvido” se hubiera dibujado un Homero Simpson chino, esto no habría pasado de un chiste compartido y un par de quejas por la falta de educación. Lo que dolió no fue el grafiti y tampoco fue el significado detrás de la estatua, fue la frase escrita.

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