"¿En qué momento Chile se convirtió en un capítulo de South Park?": La columna de Álvaro Ortiz
"En una época que ya no existe, insultar o difundir el odio tenía al menos un pequeño costo social. Hoy, sin la necesidad de tener rostro ni nombre para hacerlo, pasa piola", escribe el columnista en Turno PM.
Twitter, hoy bajo el nombre de X, es un mundo donde reina el caos. Cada persona, desde cualquier parte del globo, puede decir y escuchar lo que quiera. Por eso mucho deciden no vivir en este espacio virtual, porque los abruma, y prefieren ignorar que haya gente que realmente piense ciertas cosas y que, además, compartan el mismo oxígeno.
En una época que ya no existe, insultar o difundir el odio tenía al menos un pequeño costo social. Hoy, sin la necesidad de tener rostro ni nombre para hacerlo, pasa piola. La trampa está en que dentro de la web se puede ser cualquiera: uno, otro, nadie o muchos a la vez.Pero si algo nos han enseñado las redes sociales es que, si te descuidas, puedes perder más de la cuenta, como le pasó a Patricio Góngora/Patito Verde, mientras que otros apenas se inmutan, porque sabían que no tenían mucho que perder, como Ricardo Inaiman/Neuroc.
Llegamos a un punto en que lo que está pasando en Chile con los “trolls” pro José Antonio Kast es solo un nuevo capítulo de una serie tan poco seria que ya se parece a South Park. En específico, a la temporada 20 del programa, estrenada hace casi 10 años atrás.
En esos 10 episodios, el nombre “Cazaputas42” es más que solo la cuenta de Twitter de uno de los protagonistas, es la encarnación de los monstruos digitales que la plataforma ha creado: alguien que encuentra desde el anonimato el poder que no tiene en la vida real, que disfruta de su impunidad para decir lo que quiera, se burla de quienes tratan de hacerle frente y, si tiene suerte, logra servir a algún propósito. En resumen, un “troll”.
“Puede ser alguien que le parece gracioso agitar la paz y ver a todos volverse locos”, dice Cazaputas42 en el segundo capítulo, tratando de justificar lo que hace. Así también lo hizo Neuroc cuando fue increpado por los periodistas de Chilevisión en la vida real: “Lo hace todo el mundo (…) todos tenemos derecho a la libre expresión, si vivimos en democracia”. Pese a que obviamente son respuestas distintas, en el fondo dicen lo mismo: Es un simple pasatiempo.
Si lo analizamos, nunca se trató de hacerse ricos ni de construir carreras, sino de matar el rato jugando al agente del caos en internet. El problema es que esa lógica cambió en el momento en que su trabajo empezó a serle funcional a algo más grande. En la ficción de South Park fue a la parodia de Trump. En la realidad chilena es a Kast.