Brigitte Bardot: sexo, animales y odio

"La figura de Brigitte Bardot es como la de Maradona: compleja, exigente, desbocada, trascendental. La actriz no marcó el Gol del Siglo, pero hizo algo igual de revolucionario en 1956, en Y Dios creó a la mujer: bailó descalza al ritmo de un cha cha chá interpretado por una banda de negros; impúdica, dominada por el placer del baile que, después de todo, es hermano del sexo" , plantea el columnista Francisco Espinoza.

29-12-2025

La figura de Brigitte Bardot es como la de Maradona: compleja, exigente, desbocada, trascendental.


La actriz no marcó el Gol del Siglo, pero hizo algo igual de revolucionario en 1956, en Y Dios creó a la mujer: bailó descalza al ritmo de un cha cha chá interpretado por una banda de negros; impúdica, dominada por el placer del baile que, después de todo, es hermano del sexo.


La pantalla la transformó en un símbolo de la liberación sexual, en un ícono ineludible de su tiempo. “El bien y el mal son parte de convenciones ante las cuales ella no pensaría siquiera en inclinarse (…) El deseo y el placer parecen atraerla más que las reglas y las convenciones”, escribió Simone de Beauvoir sobre Bardot.


En 1973, con 38 años, decidió retirarse del cine y usar su fama para defender los derechos de los animales. "Les di mi belleza y mi juventud a los hombres. Voy a darles mi sabiduría y experiencia a los animales".


Su aporte en esta materia es incuestionable, pero cabe preguntarse si más que amar a los animales odiaba a los seres humanos. “No me importa la condición de las mujeres. La condición de los animales es mucho más preocupante”, dijo en una oportunidad. Y en otra explicó: “No voy a esconder mi misantropía. Existe y es justificada. Mira la humanidad, es horrible”.


Durante las últimas décadas de su vida, Bardot no dudó en apoyar la ultraderecha de su país. Opositora de la migración musulmana e incluso de los matrimonios interraciales, pasó varias veces por tribunales acusada de fomentar el odio.


“Mientras que entre los animales la raza alcanza picos de extrema vigilancia, siendo los mestizos considerados residuos, que no sirven para nada más que para pudrirse en perreras o morir sin compasión alguna, nosotros nos vemos reducidos a enorgullecernos políticamente correctos de mezclar, de combinar nuestros genes”.


Con su muerte a los 91 años, Francia la recuerda y el juicio de la Historia está en curso. El presidente Emmanuel Macron ya dio atisbos del veredicto. La describió como una “leyenda” que “encarnó una vida de libertad”.

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