Blitzkrieg electoral

"Parisi, en teoría, es la figura que más sintonía podría tener con el nuevo elector obligado por su narrativa que mezcla neoliberalismo popular, meritocracia y lucha contra el abuso, sin las ataduras de la derecha pinochetista", escribe Alexis Cortés para Turno PM.

17-11-2025

Por Alexis Cortés, Departamento de Sociología de la Universidad Alberto Hurtado.


Una “guerra relámpago”, una campaña rápida y contundente que desestabiliza al adversario, quitándole capacidad de respuesta coordinada. Como la táctica de las tropas alemanas en la Segunda Guerra Mundial, así fue la elección ayer.


Jeannette Jara ganó la primera vuelta con una votación sustantiva (27%), pero la corta distancia respecto de José Antonio Kast (24%), el segundo colocado, y, sobre todo, la parlamentaria amargan ese primer lugar.


La derecha pinochetista arrasó, acumulando un caudal de votos que le dan la primera opción para el balotaje y, en la Cámara de Diputados, le permitirán ostentar una clara mayoría (calificada, si logran sumar a los diputados del PDG de Parisi), teniendo como única contención el Senado. Están a muy pocos votos de poder rediseñar la institucionalidad chilena, incluyendo la constitución. Ya legislar, podrán hacerlo con cierta comodidad.


Quienes optaron por levantar una segunda lista parlamentaria del progresismo, cargarán con la irresponsabilidad de haber cometido una de las acciones más catastróficas para ese mundo, ayudando a replicar un resultado tan desastroso como el del Consejo Constitucional en 2023, cuando otros optaron por el camino propio.


La votación de Jara, por debajo del 30% de apoyo que las encuestas le asignan al oficialismo, hace suponer que su estrategia prácticamente no logró hablarle al nuevo electorado obligado. Ese nuevo votante se caracterizaría por la ausencia de identificación ideológica y por la fluidez e inconsistencia de sus preferencias electorales. Todo indicaba que quien lograra sintonía con ellos, ganaría la elección y la derecha lo consiguió.


Aunque Kast venía experimentado un declive en las preferencias de las distintas encuestas de opinión previas, siendo incluso amenazado en esos instrumentos por Kaiser, la corta distancia de Jara eclipsa esa baja y lo reimpulsa para una segunda vuelta, donde en teoría le bastaría con atraer a quienes votaron por Kaiser y Matthei.


Parisi dio el golpe a la cátedra al quedarse nuevamente con el tercer lugar. Sería erróneo calificarlo como sorpresa, pues alguien que lleva tres elecciones obteniendo resultados extraordinarios no puede calificarse como tal. Parisi, en teoría, es la figura que más sintonía podría tener con el nuevo elector obligado por su narrativa que mezcla neoliberalismo popular, meritocracia y lucha contra el abuso, sin las ataduras de la derecha pinochetista. Justamente la crítica anti-abuso y la valoración de sus apoyadores al “venir de abajo” para desafear a los poderosos, le dan una oportunidad a Jara de cara a la segunda vuelta, si logra dar con el tono.


Kaiser, si bien no logró quedarse con el tercer lugar, consiguió un buen desempeño personal y en la parlamentaria y queda expectante para, de aquí a 4 años, posicionarse como la figura de recambio de la extrema derecha.


La derecha tradicional quedó en un alarmante quinto lugar, con uno de los peores resultados de su historia, pues además su coalición fue desplazada por la alianza que construyó Kast con los libertarios de Kaiser y el Partido Social Cristiano. Como ha ocurrido en el resto del mundo, la falta de diferenciación respecto de la extrema derecha es fatal para ese sector.


El principal éxito de la derecha, con todo, es haber instalado que esta elección se trataba sobre la continuidad o cambio del actual gobierno. Para revertir este cuadro, Jara deberá hablarle más a las personas reales y menos a centros políticos imaginarios, siendo más clara respecto de lo que está en juego, alertando sobre el retroceso que podría significar que la extrema-derecha concentre el poder económico, el Congreso y eventualmente La Moneda.

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